China-Rusia: Una relación ejemplar

China-Rusia: Una relación ejemplar
Fecha de publicación: 
12 Mayo 2017
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Medios occidentales no ocultan la preocupación de Washington por la treintena de nuevos acuerdos firmados entre la República Popular China y la Federación Rusa, que profundizan, entre otros acápites, la cooperación militar y la lucha contra el terrorismo, y la prosecución de otros 20 suscritos en los últimos años, y que mantienen plena vigencia, principalmente en la estratégica rama energética, con la utilización únicamente de sus monedas nacionales.

Moscú y Beijing han coincidido en que desfases mutuos en puntos de vista anteriores han contribuido a que Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, haya utilizado a la Organización del Tratado del Atlántico Norte y otros aliados en diversas regiones para emprender políticas depredatorias de pueblos en Libia, Siria, Iraq y Yemen, así como al emplazamiento de armas de última generación en el sur de la península coreana que amenaza a ambas naciones y mantienen en ascuas a la República Popular Democrática de Corea, que posee armas nucleares con carácter de disuasión, según afirma.

Lo cierto es que ambas naciones trabajan para mantener un equilibrio en la solución de asuntos internacionales, tanto en los lugares antes mencionados como en Ucrania, y ahora ocupan también su atención el carácter agresivo de la política norteamericana para promover un golpe de Estado en Venezuela, país suramericano al que le han expresado su solidaridad.

Así, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, reiteró que “sigue sin cambios el curso de la consolidación de las relaciones ruso-chinas y la asociación estratégica, que consideramos como ejemplares”.

Ante la amenaza terrorista, ambas naciones han reforzado sus lazos militares de forma tal que es un ejemplo a seguir para las grandes potencias en el siglo XXI, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de esos elementos han sido insuflados, protegidos y entrenados en muchos casos por especialistas y la inteligencia militar de Occidente e Israel.

Además, ya han sido utilizados en agresiones a naciones amigas de Beijing y Moscú, y las tratan continuamente de introducir tanto en Rusa como en China, como se ha demostrado por las confesiones de sujetos que participaron en atentados en San Petersburgo y la capital rusa, y en zonas fronterizas chinas, además del Tibet.

No siempre fue así

Durante las décadas de su confrontación en el siglo XX, China y Rusia atravesaron relaciones tumultuosas que pasaron de los desencuentros a la nula relación.

Ahora, ambos países, están hombro con hombro –que no en igualdad de condiciones- para desafiar el orden establecido, liderado por EE.UU. Una relación que podría describirse como una entente, una asociación armoniosa de dos grandes potencias con similitudes en intereses fundamentales, que se traducen en una mayor coordinación en política exterior y de seguridad, aderezado por un alto grado de empatía entre sus actuales líderes.

Dentro de esta nueva relación más estrecha, China y Rusia no formarán un bloque para oponerse a Occidente militarmente ni pretender implantar una ideología pro occidental. Más bien, tanto rusos como chinos sienten que esta unión es una forma de resistencia ante la presión de Occidente –que hoy afecta a Rusia, pero que comienza a ser dirigida contra China- que, además, facilita el intercambio de recursos.

Otra cuestión que preocupa a los halcones norteamericanos es la cada vez más cercana relación de los dos países con Irán, con elevados componentes económicos, políticos y militares, y que pudiera crear una alianza destinada a romper hegemonías.

Piensen en ese grupo con un eje gigantesco en términos demográficos, con una población en conjunto que representa 1 500 millones de habitantes, con 29 millones de kilómetros cuadrados y una economía, que en conjunto, representa el 22% del Producto Interno Bruto  mundial. Además, dos de sus integrantes: China y Rusia, son parte componente del exclusivo club nuclear y miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, con el respectivo derecho a veto.

Además, tendrían un poderío militar capaz de contrapesar en las áreas de disputa, en el campo naval, terrestre y aéreo, a la Organización del Tratado del Atlántico Norte –OTAN–, así reconocido por altos mandos de la agresiva Alianza noratlántica y los propios análisis de los Think Tank, vinculados tanto a la OTAN como al Pentágono.

Pero, lo real, es que ni Rusia ni China, como han expresado por separado, están interesadas en que su asociación estratégica y la cooperación multifacética preocupe a Estados Unidos u otras naciones, y en ese sentido, Lavrov ha vuelto a mencionar que las relaciones entre las potencias deben ser abiertas y honestas, porque es la única forma de llegar a una paz consecuente.

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