Playa Girón: «Héroes» Made in USA

Dice: “Bahía de Cochinos: recuerdo imborrable de los héroes de la libertad”.

Fue su homenaje al 56 aniversario del ruidoso fracaso de la invasión a Cuba en abril de 1961.

Muchos la denominan Bahía de Cochinos, otros prefieren sintetizarla con cinco letras: Girón.

Por delante enviaron a una brigada de origen cubano que la CIA organizó, financió, entrenó y, por último, lanzó contra una zona occidental del archipiélago.

Tras su total derrota, a 68 horas del arribo a suelo cubano, el entonces presidente, John F. Kennedy, admitió públicamente la máxima responsabilidad de su gobierno en lo acaecido.

Pero ahora, este fin de semana, el Herald escribió que en las arenas de Girón los invasores hicieron “derroche de coraje”.

Luego culpó a la jefatura estadounidense del éxito alcanzado por la milicia obrero-campesina, soldados, y otros muchos cubanos y cubanas, quienes enfrentaron a sus hombres.

¿Cómo lo dijo? “La premisa esencial de la derrota estriba en políticos que dieron órdenes fatales”.

Y estas “impactaron negativamente los planes militares”.

También aseguraron que durante la ejecución del ataque, el presidente Kennedy exhibió “una manifiesta ausencia de liderazgo”.

Su conducta errática, subrayaron, fue factor esencial del desastre.

A fines de enero, el Pentágono y Kennedy aprobaron el desembarco, pero luego altos funcionarios presentaron objeciones.

Cuatro semanas antes del desembarco prosiguen las justificaciones; Bahía de Cochinos fue apresuradamente seleccionada como playa alterna, “grave error”, añaden.

Finalmente, el 4 de abril de 1961, Kennedy autorizó la entrada en acción de los efectivos militares que integraban la Brigada 2506 “para liberar la patria”.

El 17 de abril fue seleccionado como su punto de inicio.

Pocos días antes, los grupos de infiltración penetraron clandestinamente en suelo cubano.

Pilotos, tripulaciones navales, personal de apoyo y los batallones comenzaron a desplazarse hacia sus objetivos.

El 14 de abril, prosigue el Nuevo Herald, Kennedy cometió otro gravísimo error, al reducir a la mitad los aviones que participarían en el ataque inicial. Decisión negativa, porque limitó la efectividad del golpe militar y se perdió el factor sorpresa.

Vale observar una tendencia: que amos y subordinados se exhiben sin el menor pudor como marionetas de Washington.
   
Hasta aquí las anécdotas, pero lo esencial radica en varias interrogantes.

¿Puede alguien justificar que una gran potencia financie, organice, arme y comande a un ejército para invadir a otra nación?

Pero, además, ¿que lo haga con el abierto propósito de eliminar a sus gobernantes y sistema de vida?

O sea, imponer la ley de la selva u otra aún más brutal.

A pesar del tiempo transcurrido, la lección de Playa Girón no vale solo como algo del pasado.

Y así lo proclama a gritos el mundo de hoy, repleto de advertencias que asoman peligros en ascenso.