Benny Moré, el Bárbaro de todos los tiempos

Benny Moré, el Bárbaro de todos los tiempos
Fecha de publicación: 
19 Febrero 2017
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Sin dudas, resulta Benny Moré el músico que más ocupa el imaginario de los cubanos. Su prodigiosa voz, el desenvolvimiento sobre el escenario, que marcó pautas, y sus inseparables sombrero y bastón, hicieron de él un ídolo de masas y un referente para todos los soneros que le han sucedido.

     
El Benny  -como cariñosamente le dicen todos los que habitan en esta Isla, y un poco más allá también-, es, gracias a su legado, el músico popular cubano que más ha trascendido en el tiempo, tanto así que al cumplirse 54 años de su desaparición física este 19 de febrero, todavía deviene impronta para cantantes, compositores, orquestadores, arreglistas y melómanos.

    
Sobre las tablas y frente el micrófono, el Hijo Ilustre de Santa Isabel de las Lajas era hechizante, su voz cautivaba cualquiera fuera el género de nuestra música popular que interpretara, y con una naturalidad sin precedentes hacía al público cómplice de su interpretación.

   
Nunca estudió en academia alguna, su talento era innato, aprendió de oído a tocar la guitarra, pero antes de ser un cantante de éxito hizo de todo para sobrevivir: cortar caña, vender frutas y viandas.

   
Ya en La Habana, el joven Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez, nombre con que lo bautizaron sus padres, probó suerte en la Corte Suprema del Arte de CMQ, donde se alzó con el primer premio, reconocimiento que marcó el inicio de una ascendente carrera profesional que cristalizó con su entrada al entonces popular Conjunto Matamoros.

     
El Benny era un músico completo, su don era tan grande que pudo incursionar más allá del canto, alcanzando altísimas notas como compositor y arreglista. A su ingenio el cancionero cubano debe títulos antológicos como Amor fugaz, Santa Isabel de las Lajas y Dolor y perdón.

   
También llevó al estrellato canciones de otros compositores como Pedro Norberto Castillo, autor del son montuno No hay tierra como la mía; José Artemio Castañeda Echeverría, creador de Maracaibo oriental; y Senén Suárez, que le entregó al Bárbaro del Ritmo la letra de Rezo en la noche, un tema que el lajero estrenó en el legendario Alí Bar ante, nada más y nada menos, que el Comandante Camilo Cienfuegos.

     
Cuentan que al Benny terminar el tema, el mítico guerrillero se le acercó y le agradeció la interpretación porque la canción le recordaba a compañeros de lucha que no regresaron al dar sus vidas por la Patria.

   
El pináculo del éxito lo alcanzó junto a su Banda Gigante: brillaron en escenarios de México, Brasil, Puerto Rico, Panamá, Venezuela, Haití, Estados Unidos y Colombia.

   
La agrupación que llegó a tener hasta 40 músicos en su nómina era portadora de un potente e inigualable sonido que redimensionó la proyección escénica de las orquestas de música popular del momento.

   
Los conciertos de Benny Moré y su Banda Gigante eran verdaderos espectáculos, en los que se fundían buena música, improvisación y coreografías de los instrumentistas de acuerdo a la progresión del tema interpretado.

   
La tapa al pomo la ponía el propio Benny que era electrizante, un verdadero showman que acaparaba todas las miradas.

   
Una vida de excesos minó su salud, y así las decisiones lo llevaron a una prematura muerte a los 43 años de edad, en 1963. La noticia conmovió a toda Cuba, que lo despidió con un cortejo fúnebre de miles de personas.

   
A sus honras fúnebres acudieron personalidades de todos los ámbitos de la vida nacional, y durante el trayecto desde La Habana hasta su Santa Isabel de las Lajas natal, donde por deseo expreso fue sepultado, los poblados y ciudades paralizaban sus labores para darle el último adiós a su gran ídolo, al Bárbaro del Ritmo, al gran Benny Moré.

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