Alepo liberada: OTAN humillada

Con la expulsión de los últimos 5 000 mercenarios y terroristas de varias nacionalidades –desde sauditas hasta franceses, algunos sirios, el Ejército Árabe Sirio liberó a  Alepo, la mayor y más estratégica ciudad de la agredida nación árabe, con lo cual se asestó un fuerte golpe a Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que han seguido denunciando falsas violaciones de los derechos humanos por los soldados de Damasco y sus aliados rusos y libaneses.

 En realidad, como han constatado organizaciones no gubernamentales y periodistas independientes procedentes de los países de la propia alianza, los libertadores de Alepo han respetado el derecho a la vida y evitado destrucciones inútiles, en tanto la OTAN y sus aliados de las satrapías del Golfo son los responsables de las matanzas allí y de la guerra que han promocionado durante más de cinco años y que han causado más de 400 000 muertes y el desplazamiento de millones de civiles, muchos de los cuales se han ahogado en el Mediterráneo.

Hipócrita carta de varios países de la OTAN, que cuenta con el beneplácito de la ONU, que clama “justicia” y se queja de la violencia utilizada por el ejército sirio y de Rusia, pero no hay ni una línea referente a como los terroristas asesinaron a médicos y enfermeras rusos que atendían a civiles heridos en Alepo.

A pesar de esta importantísima victoria, la paz no llega al país, porque los padrinos del terrorismo, el “bueno” y el “malo”,  han propiciado que fuerzas opositoras vuelvan a tomar la ciudad de Palmira, que había sido liberada y reconstruida en algunas partes; alentado a Turquía a que mantenga su tradicional doble rasero, mientras elimina a los kurdos que le son hostiles; y acudido al dinero saudita para nuevas compras de armamento, principalmente al Reino Unido,  para los “rebeldes” y seguir sus tropelías contra el pueblo yemenita; y que Estados Unidos eleve de 200 a 500 sus “asesores” en la zona.

Asimismo, Estados Unidos pretende ahora que combate el Estado Islámico en Mosul y prepara una intensa campaña propagandística, cuando se logre liberar a esa ciudad iraquí.

Sobre Israel no hay nada nuevo que decir, porque en todo momento está dispuesto para hostilizar y minar la tranquilidad en Siria, parta derribar al gobierno antimperialista y antisionista de Bashar al Assad.

Y es porque el imperialismo no se resigna a dejar su estrategia para Siria e Iraq, que, además de derrocar a Al Assad, es instaurar un régimen islámico radical y sectario, pero sumiso y títere del Imperio.

Hay que partir del hecho de que el hilo conductor de la política del imperialismo tanto en Siria como en Iraq, a pesar a veces de las apariencias, de la gran cantidad de humo que desprenden para confundir e invisibilizar su verdadera estrategia, va encaminado a romper y anular a Iraq y Siria, siguiendo las distintas pautas históricas coloniales iniciadas tras la Primera Guerra Mundial con el Acuerdo de Sykes-Picot.

Pautas luego continuadas con el Plan Yinon israelí de 1982 de creación del Gran Israel, troceando para inutilizarlos a todos los países vecinos; y las adaptaciones franco-norteamericanas posteriores plasmadas en los mapas del coronel Peters del 2006 –división de Iraq y Siria en base a diferencias étnicas y religiosas-, el Plan Juppé-Davutoglu (2011) de creación de un pseudo Kurdistán (fuera de Turquía y bajo la hegemonía reaccionaria, y el mapa de Wright con pequeñas variaciones sobre el de Peters, en el 2013.

Temas apasionantes, verídicos, que podrán ser abordados en futuros comentarios, porque, lamentablemente, ocasión no faltará.