DIARIO DE UNA ESPERA: Enteramente nuestro

DIARIO DE UNA ESPERA: Enteramente nuestro
Fecha de publicación: 
8 Diciembre 2016
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A L, eterno agradecimiento (con perdón de las abuelas)

 

Prefiere que los frijoles no mojen el arroz, le basta saber que están ahí y que los carbohidratos se van incorporando a su organismo. En cambio yo, necesito ver como cubren todo lo blanco. Se decanta entre todos los equipos por el Real Madrid, por mi alma culé es un clásico ver el Clásico en casa donde, en materia de deportes, también me regodeo ahora con Villa Clara en Play Off e Industriales fuera de combate aunque soporto sus vítores cuando un Malleta, por esta vez anaranjado, aporta a la causa de los míos.

 

Baila casino, aunque ahora se contiene debido a mi ignorancia en materia de bailes de salón. Juntos intercambiamos piezas en el ajedrez de bolsillo y, como sucede en los cotejos con paridad, en los finales empezamos a velar por descuidos del otro para llevarnos la partida. Ya pierdo la cuenta de cómo marcha nuestro match particular. Uno es L, lo habrán adivinado, la otra yo y aquí en mi vientre la conjunción de nosotros.

 

Cada minuto puede ser el último para acariciarlo desde fuera, su demora no ha dilapidado nuestras emociones y los mismos sueños (ahora más intensos) sobre las coincidencias que hallaremos en su rostro o en sus maneras.

 

Hace unos días mi esposo me decía que de pronto, sin ningún permiso, le invade la alegría inmensa. Comprendo perfectamente, me sucede lo mismo. Si mañana Villa Clara se coronara campeona de esta Serie Nacional y al mismo tiempo naciera mi pequeño, el torneo me valdría poco. Mi hijo se lleva todos los titulares en mi corazón y es una dicha que comparto. Algunas madres, no pocas, se pierden el privilegio de alguien tan 200% preocupado como una misma aunque algunas subvaloren  el rol paterno.

 

En un ejercicio que recomiendo uno su vientre con el mío para que sienta los movimientos en carne propia, como si el niño se moviera (tan agitado como lo hace ahora) dentro de él. Lo descubro entonces emocionado, lleno de sentimientos nobles por alguien a quien todavía no conoce y de quien le llegan nociones incluso en la manera enrevesada de los ultrasonidos que ahora empezamos a entender cabalmente, después de tantas y tantas explicaciones. Antes, bastaba saber que todo estaba bien, ahora queremos más detalles: sobre su posición y la integridad de su pequeño cuerpecito.

 

(…)

Tengo una amiga que permaneció casi tres meses en un hospital, el tiempo que duró el ingreso de su hijo. A primera vista me parecía un desgaste, pero ahora comprendo. Si bien todavía no lo sostengo en mis brazos, yya vuelven a advertirme sobre las noches en vela cuidando fiebres y adivinando padeceres porque ¿cómo entender sus grito por fortuna nos asisten los de mayor experiencia y entonces, con humildad empezamos a recorrer los nuevos senderos.

 

Es mi panza, (útero grávido como dicen los que saben) por estos días, un barco a punto de zarpar. La felicidad se une en franca mixtura con el cansancio. Miren ustedes, si bien resta rapidez a mis pasos proporcionalmente, aumenta el deseo de ¡por fin! estrechar a mi hijo en el regazo.

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