MIRAR(NOS): De adioses y de seguir insistiendo

MIRAR(NOS): De adioses y de seguir insistiendo
Fecha de publicación: 
21 Octubre 2016
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Para A, que se fue sin pedirnos permiso.

 

 

La gente no habla de eso. Ha procurado olvidar. Quizás como una suerte de premonición, trata de no conjurarla. Después de todo, la muerte llega, aunque jamás se le haya llamado o aunque te pases la vida entera vociferándole. No importa cuán lejos permanezca, un día hace su entrada y lo cambia todo. En lo personal, la primera vez que tuve absoluta conciencia de que existía como algo ineludible fue cuando vino a buscar a mi abuelo.

 

Lo he dicho otras veces: se presentó sin mucho aspaviento. Porque a veces, infiero, ella prefiere los círculos discretos.

 

Escribo esto con un mes de atraso. Exactamente el tiempo que se cumple desde el adiós de una conocida. No puedo llamarle mi amiga ni mi pariente, apenas era mi vecina. Disculpe el pesimismo, pero a estas alturas, en la búsqueda de algún consuelo, seguimos inventándonos motivos. Para sus 19 años desconozco uno demasiado contundente, algún pretexto que permita a sus familiares el consuelo por su decisión irrevocable.

 

Normalmente aquí, cada viernes, me dedico a examinarnos no únicamente desde el punto de vista sexual. De hecho, muchas veces me han tildado de demasiado sentimental por explorar los temas del alma. Existe médico para el corazón y así sucesivamente todas las especialidades, incluso la psiquis; tienen un entendido para cada una de las múltiples cuestiones, manías o padecimientos más o menos graves.

 

En las autopsias, jamás aparecen reflejadas las intenciones de quien decide un mal día acabar con su existencia no sabiendo, o quizás sí, que también terminan con los seres más queridos.

 

El ser humano es complejo en su concepto. Hay preferencias para algunos que pueden aborrecer otros. No hay coincidencias de pensamiento ni en los gemelos idénticos, no al 100%. ¿En qué radica el ejercicio de un criterio? Sin necesariamente ser periodista, la gente enarbola juicios, a veces equivocados, pero pocas veces claudica.

 

Nadie tiene el derecho a juzgar ahora. Y no hay termómetros que midan la temperatura de quien llora a sus muertos.

 

Perdone el tema de hoy, pero hay gente peor, los que caminan como vivos y llegan a aprender costumbres, se comportan como tal, se agarran de cualquier motivo y siguen deambulando con una oscuridad por dentro que no les cabe dentro del pecho.

 

Son personas sin color, aunque aparenten tonalidades y lleguen a confundirnos en algún momento. Los días festivos acaban descorriendo sus velos, cuando se caen sus disfraces porque no pueden sentir alegrías ni satisfacciones, ni nada malo ni bueno.  

 

Le exhorto hoy a seguir viviendo, sin importar que pase a encontrar un camino para transitar. De tornársele angosto, siga insistiendo, al final de la oscuridad siempre una luz iluminará el camino a seguir y si no ese, por lo menos, el de regreso.

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