El fútbol cubano y el sueño olímpico

Mejor no soñar. Si cuando la prensa habla bien de alguien eso le da mala suerte, pues ahora quisiera que fuera al revés, y no embullar a nadie con la selección cubana sub-23, que compite desde este jueves en el torneo preolímpico de la Concacaf.

Desde que se anunció la confección del grupo preliminar se sabía que la tarea sería bien difícil, pues Panamá, Estados Unidos y Canadá están por encima de Cuba cualitativamente.

Si a eso se suma que el elenco caribeño prácticamente no ha tenido fogueo (solamente los dos partidos contra Nicaragua), más enredada está la pita para el colectivo encabezado por Raúl González Triana, quien está acostumbrado a esto y dice que sigue confiando en sus muchachos para sacar el extra.

Ese mismo extra, en condiciones similares, les granjeó el boleto al Mundial sub-20 de 2013 y el bronce en los Centroamericanos de Veracruz-2014, y por eso hay que dejarles la puerta abierta.

Sin embargo, podría cerrarse desde la misma fecha inicial si no se firma un buen partido contra los panameños. El once itsmeño ha sido uno de los de mayor crecimiento en la Concacaf en todas las categorías, pero su estilo encaja con el cubano, y por eso se considera este el rival menos escabroso.

Además del debut en sí, que siempre es importante y muchas veces decide el destino de un equipo en cualquier torneo, se trata del encuentro en el que Cuba podrá alinear lo mejor que tiene, antes de que ocurra alguna deserción (ya habitual en visitas a Estados Unidos) o lesión. Por cierto, en esto de las deserciones la Federación cubana debiera hacerse una fuerte autocrítica, pues a más de dos años de aprobada la política de contrataciones en clubes foráneos, todavía el fútbol no ha concretado ni una, algo inconcebible en la disciplina más comercializada del mundo, y además, la que más reglas tiene para proteger a las Federaciones nacionales, precisamente lo más importante para Cuba.

Volviendo al juego, en el Sporting Park de la ciudad de Kansas la selección tiene que dar mucha más utilización a los laterales, casi ausentes en el tope con Nicaragua, para ver si se saca adelante el duelo ante los panameños, casualmente los otros que jamás han clasificado a unos Juegos Olímpicos.

Honestamente, ni pienso en el boleto estival, reservado solamente para los dos finalistas. Ni siquiera a la posibilidad de la repesca contra Colombia reservada a quien finalice en el tercer puesto. Sobrevivir el grupo preliminar ya sería algo muy grande, y ojalá mi pesimismo se transforme en alegría.