Brasil: ¡NO al golpismo!

Brasil: ¡NO al golpismo!
Fecha de publicación: 
26 Agosto 2015
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Hace 51 años la derecha brasileña, con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, asestó un golpe de Estado al presidente Joao Goulart, quien contaba para la época con el 73% de apoyo. Hoy, sectores desde la ultraderecha hasta la ultraizquierda promueven manifestaciones contra la mandataria Dilma Rousseff, en medio de llamados reaccionarios a que el ejército intervenga de nuevo y termine el trabajo sucio que están realizando por etapas.    

                                                                                                                       
Lo cierto es que el movimiento orquestado dentro y fuera de Brasil, sin que aparezcan abiertamente los financieros de los grupos Ven para la calle, Revolicos Online y Movimiento de Liberación de Brasil –que piden el inicio de las privatizaciones- no ha encontrado la recepción que esperaban, a pesar de manejar cifras millonarias de manifestantes que han ido declinando desde la primera hasta la más reciente tercera demostración.

La confusión montada por los principales medios de información, las acusaciones de corrupción contra la Presidenta y sus ministros y el ataque a medidas económicas dictadas por la gravedad de la crisis mundial que afecta seriamente al gigante suramericano, han sido aprovechadas para conspirar en su contra.

Como señalamos recientemente en este portal, todo forma parte de la acción imperialista contra los gobiernos progresistas de América Latina, y en el caso específico de Dilma se agudizó a finales de su primer gobierno y desde el inició de su segundo mandato.

Al efecto, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, dijo que el imperialismo “no entiende” que su gobierno y el de Dilma quieren “hacer revoluciones pacíficas y democráticas por las buenas”, porque, realmente, “es un monstruo, la deshumanización del ser humano”, y agregó: “Como decía el Che Guevara, el capitalismo bestializa al ser humano”.
En este complot, se ha reiterado el protagonismo de la clase alta mediante el grupo mediático Globo contra Dilma, y el fino manejo para tratar de convencer a millones de brasileños de las capas baja y media para que se incorporen al movimiento que trata de derrocarla, que lleva como bandera el procesamiento político o “impeachment” por presunta corrupción y complicidad en el desfalco de fondos de la  estatal Petrobras.

LO QUE NO DICE

Pero no menciona que algunos de los implicados son legisladores opositores, incluido el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, considerado el director de la campaña contra Dilma y el gubernamental Partido del Trabajo.

Cunha, que rompió filas con el gobierno de Rousseff a fines de julio, también está liderando una campaña en el Congreso para minar la política de austeridad de la mandataria, al aprobar aumentos de los salarios de funcionarios públicos y contener el impacto de proyectos de ley para reducir el gasto gubernamental.

A  su vez, como señalamos, está siendo investigado por aceptar supuestamente sobornos en el escándalo de corrupción en Petrobras.

Globo, el mismo que el año pasado -exagerando protestas y creando alarma  -llamó a movilizaciones contra la Copa del Mundo, ahora utilizó a sus artistas más populares para convocar “espontáneamente” a la ciudadanía a una manifestación callejera en la que se pidió la intervención militar en Brasil, con carteles en inglés.

El periodista brasileño Beto Almeida recuerda que durante 12 horas de transmisión, TV Globo puso en relieve las demandas de personas que pedían la intervención extranjera y de aquellos que lanzaron acusaciones contra el ex presidente Lula y la Jefa de Estado sin un señalamiento formal, sólo escudados en el tema de la corrupción en Petrobras.

En Brasil los medios de comunicación están bajo el control del capital privado con fuerte influencia externa de transnacionales norteamericanas que interfieren en la vida política del país y actúan como un partido político, por lo cual debe haber una democratización para dar a conocer la obra de gobierno.

Entrevistado en el programa La Patria Nueva, que transmite El Informativo de Radio Nacional de Venezuela, Almeida reflexionó:

“¿Cuál es la acusación para pedir el ‘impeachment’ de Dilma? No hay ninguna, o sencillamente impedir que siga gobernando, porque sigue favoreciendo la amplias camadas del pueblo más pobre, y eso puede traer la vuelta en el 2018 del presidente Lula, y eso se quiere impedir desde ya.”

Y es que lo que molesta a los intereses del imperialismo norteamericano es el creciente proceso de nacionalización del petróleo que se inició en Brasil durante la gestión de Lula y que ahora continúa durante la presidencia de Rousseff, sumado al desarrollo de la integración latinoamericana,  que ha dado paso a la construcción de importantes obras con Venezuela, Argentina y Bolivia, y la participación protagónica en el BRICS, junto a  Rusia, la India, China y Sudáfrica.

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