Estrenos de cine: El destino de Júpiter

Esta nueva “Neo” llamada Júpiter (Mila Kunis), también en posesión de un destino imperial (una elegida) y perteneciente a una estirpe cuyos detalles, irreconciliables con la lógica, te incitan a fijarte en lo esencial: un futuro utópico en el que se mezcla a Anish Kapoor con Frank O. Ghery… un mundo planetario a un suspiro de la Tierra, a juzgar por el trajín y el vaivén de personajes y situaciones.

Tras Meteoro –el único país donde fue un éxito fue la Argentina– y Cloud Atlas, los guionistas, productores y directores de cine estadounidenses Laurence “Larry” Wachowski y Andrew Paul “Andy” Wachowski regresan al campo de la ciencia-ficción con El destino de Júpiter. Pero las vueltas de la trama no son lo que eran en Matrix, y el nudo conceptual ha quedado en minúsculas:

Júpiter (una Mila Kunis que deambula perdida tanto en el Universo como en la Tierra) se gana la vida limpiando baños. Pero se parece mucho a la madre de tres hermanos que en el espacio exterior se dividen los planetas como caramelos, por lo que el más malo de la dinastía (Balem, Eddie Redmayne) ordena matarla para no tener que reconocerla como, digamos, una versión sci-fi de Miss Universo. Pero otro hermano envía a Caine (Channing Tatum) a rescatarla… permitiendo así que pueda ocurrir el romance entre los protagonistas.

Un romance que se desarrolla al estilo del cuento de hadas tradicional, ese en el que el chico salva a la chica, cuya vida, por cierto, depende exclusivamente de la capacidad para esquivar, luxar y proyectar de él. Una mirada algo limitada para los tiempos de equidad de género en que vivimos, pero que –incluso entre el pensamiento de los muy progresistas y creativos hermanos Wachowski, que ni en su vida personal se guían por roles tradicionales– está demasiado asentada en el inconsciente colectivo como para desechar del todo.

Y hablando de los protagónicos. Channing Tatum no es Burt Lancaster, pero defiende su personaje con enorme fortaleza. También la actriz estadounidense de origen uncraniano Mila Kunis (Friends with Benefits, año 2011) se muestra igual de eficaz y de creíble, tanto fregando cuartos de baño como lidiando con los reyes del Universo.

En resumen, El destino de Júpiter se sostiene como aventura de ciencia-ficción y como película dinámica y entretenida, aunque, eso sí, no supera a la mítica Matrix.

“Subir es difícil. Bajar es fácil”, dice Caine (Channing Tatum) a Júpiter, hablando de sus botas voladoras. Sin quererlo, parece una metáfora de la carrera de los hermanos Wachowski. Ellos parecen camuflar en esta cinta, bajo su artillería pesada de imágenes barrocas, un modelo sospechosamente cercano a recientes sagas juveniles para el público femenino, como son un Crepúsculo, Divergente… en clave space-opera.

Los Wachowski han demostrado talento para crear mundos mitológicos originales y con leyes propias. En este filme, como en otros anteriores, su imaginación es desbordante. Sin embargo, tanta novedad llevaba, quizás, un poco más de explicación. Pero El destino de Júpiter no tiene tiempo para explicar; todo se reduce a secuencias de acción, que le restan de esclarecimientos filosóficos al filme.

El cine narrativo contemporáneo tiene puesto sus ojos en los hermanos Wachowski. Cada entrega de ellos será esperada. Cada una de ellas puede ser su mejor película. Entonces, habrá valido la pena la más larga de las esperas.

El filme se puede disfrutar en los principales cines de La Habana durante esta semana.