El cine en TV (I)

El cine en TV (I)
Fecha de publicación: 
1 Abril 2015
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La programación fílmica de la Televisión Cubana es una de las más contundentes del mundo. Pocos, muy pocos canales internacionales de señal abierta pueden competir en variedad genérica y estilística, en calidad de las propuestas. Nuestra televisión estrena cada semana decenas de películas, entre las que llevan la delantera, por supuesto, las producciones estadounidenses.

A ese ritmo, está claro que es imposible garantizar la excelencia, el vuelo artístico de todo lo que llega a la parilla. Pero hay que reconocer que algunos de los espacios transmiten obras de probados valores. Y lo principal, hay ofertas para todos los públicos: desde filmes de arte, pasando por dramas convincentes, historias para niños, hasta las tan mentadas películas de patadas y piñazos, de disímiles alcances estéticos, o los melodramas de los domingos.

La política del bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos, con sus claras implicaciones culturales, influye en esa disponibilidad de filmes. Vamos a decirlo claro: esas películas se transmiten al margen de las reglas universales de distribución y proyección.

Por esa circunstancia, los televidentes cubanos han podido apreciar en la comodidad de sus casas, cintas que todavía se exhiben en el circuito cinematográfico internacional, ganadoras de los principales premios de las academias de cine.

Son los vericuetos del contexto. Cuando cambie el contexto (y está claro que cambiará), habrá que adaptarse a las nuevas condiciones. Pero ahora mismo, la Televisión Cubana no debería descuidar un asunto primordial: la calidad de las copias que transmite. Y todavía algo más importante: la jerarquización de las propuestas.

A algunos les parecerá desatinado este criterio, pero lo cierto es nuestros canales tienen demasiados espacios cinematográficos. Este exceso conspira contra la coherencia y el rigor de la selección.

Está claro que el público demanda mucho. Y nuestro público, por cierto, se rebela ante las reposiciones. Pero hay que respetar los estándares que están perfectamente establecidos.

Sabemos que es un asunto complejo, pero cada día lo será más. Llegará el momento en que será incluso necesario repensar nuestra programación cinematográfica. Y en ese debate habrá que apostar por un balance efectivo. Es tema para otro comentario, en el que hablaremos también sobre las pertinencias ideo-temáticas.

Por ahora recalquemos algo que puede parecer obvio, pero que la práctica nos demuestra que no lo es tanto: la televisión tiene que cuidar la calidad formal y estética de lo que transmite.

Regresaremos con otras aristas del tema.

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