Los Ángeles cuenta los "sin techo" que viven en sus calles

Los Ángeles cuenta los "sin techo" que viven en sus calles
Fecha de publicación: 
1 Febrero 2015
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Como cada dos años, Los Ángeles lleva a cabo un censo para contabilizar las personas que residen a la intemperie y medir la evolución de esta población. En 2013 la cifra alcanzó los 39.500 indigentes.

Skid Row aglutina a buen puñado. Esta zona situada al sur de la ciudad se ha convertido en refugio para aquellos que ya no pueden caer más bajo en el escalafón social, sin agua, luz, ni lugar donde tirar su basura.

"Es importante saber cuánta gente vive aquí para prever lo que necesitan", dice de su lado Latoya Hawthorne, trabajadora en un centro de ayuda a mujeres sin techo que participa en el recuento.

Las estimaciones de este año apuntan a que unas 3.000 personas duermen sobre las aceras malolientes de Skid Row, aunque algunas asociaciones señalan que la cifra podría alcanzar las 5.000.

"Hemos contado 24 indigentes, por suerte no hemos visto ningún niño ni joven", afirma Harry Batt, otro voluntario que acaba de examinar una pequeña zona del barrio.

"Este lugar no es seguro. Es muy deprimente ver todo esto", agrega.

La gran mayoría de los que pueblan sus calles son alcohólicos, drogadictos o tienen problemas físicos o mentales. Y entre tanto desamparado, la violencia está a la orden del día.

- Los veteranos de guerra, la prioridad -

Unos bloques más allá, el secretario para los Asuntos de los Veteranos, Robert McDonald, apunta en su libreta todos los sin techo que avista a ras del suelo o cubiertos por cartones, plásticos y hasta telas.

Su presencia en este conteo es un intento del gobierno del presidente Barack Obama por demostrar su voluntad de paliar el problema de alojamiento de los veteranos de guerra caídos en la pobreza extrema.

Según datos oficiales, de los 630.000 indigentes que hay en todo el país 50.000 son excombatientes.

Doran Mateik, una enfermera que colabora con las entidades que trabajan en Skid Row, guía a McDonald por el barrio, parcialmente iluminado por paupérrimas farolas.

"Hace siete años que vengo aquí. Intento conocerles, saber cómo puedo ayudarles, algunos se han convertido en amigos", cuenta esta joven a la AFP. "Los doy mi dirección para que puedan recibir correo y les ayudo con trámites administrativos".

A la vuelta de la esquina, el secretario se detiene frente a un hombre negro, alto, delgado, que empuja un carrito en el que lleva sus cosas.

"¿Es usted un veterano? ¡Yo también! ¿Cuántos años tiene? ¿63? Yo tengo 61. ¿Recibe la ayuda que necesita?", pregunta frente a las cámaras de los periodistas que le acompañan.

El hombre afirma tener buena salud, por lo que rehúsa la tarjeta de visita que le ofrece una asistente de McDonald. "No tengo intención de suicidarme", aclara con ironía.

"Queremos ayudarle", insiste la mujer.

El gobierno estadounidense asegura que el número de veteranos sin hogar ha descendido un 33% desde 2010. La mayoría de esta población tiene más de 50 años y luchó en Vietnam o en la primera guerra del Golfo.

Ante tanto revuelo, un indigente sentado en el suelo frente a su tienda pregunta: "¿Por qué hay tanta gente esta noche? ¿Por qué no vienen durante el día? Tengo miedo".

Los habitantes de las calles se dispersan durante el día, principalmente debido a una ley que les prohíbe sentarse en las aceras, explica Ana Álvarez.

"Esta muy bien que los cuenten, el problema es que (las autoridades) no hacen nada con esta información", se queja el "General Dogon", un activista de la asociación LA CAN que en su día también vivió a la intemperie.

"Cada vez hay más sin techo y cada vez veo más policías" por esta zona, apunta.

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