Florida-cárceles: Bailando alrededor del elefante

Florida-cárceles: Bailando alrededor del elefante
Fecha de publicación: 
26 Noviembre 2014
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Se trata de Michael Crews, quien reiteradamente había sido acusado de permitir graves injusticias contra los presos.

Ello se prolongó durante meses, a pesar de estar incluidas muertes de prisioneros «en circunstancias sospechosas».

Junto a eso le habían endilgado la existencia de servicios médicos de muy baja calidad profesional.

El puntillazo de tal situación lo facilitó la revelación de masivos hechos de corrupción en aquel sistema carcelario.

Crews, el funcionario renunciante, dirigió una institución compuesta por más de 100 000 presos, 56 prisiones y 21 000 empleados.

O sea, la corporación represiva más grande de la Florida y una de las más poderosas de Estados Unidos.

Su ahora exjefe Crews fue el número seis en ocupar ese puesto en ocho años.

La directora de un proyecto llamado Justicia Responsable, de la Universidad Estatal de la Florida, Allison DeFoor, declaró al respecto:

«Una vez más estamos bailando alrededor del elefante en la habitación», porque los directores no son el problema, radica en la estructura.

Tratando de aplicar una cura de mercurocromo, Crews anunció en agosto pasado que sacaba 20 agentes y haría reformas para aliviar el trato a los presos con enfermedades mentales.

Pero un informe de especialistas concluyó que lo dicho no fue suficiente para cambiar la cultura de un sistema carcelario «peligroso, brutal y hasta mortal para los reos».

Según el mencionado proyecto sobre Justicia, las medidas anunciadas por Crews evaden las flaquezas de su trabajo.

Los fallos, de acuerdo a ese grupo universitario, han derivado «en más víctimas, costos y delincuentes reincidentes».

Uno de sus voceros advirtió que lo sucedido a Crews no cambiará la cultura de una agencia que, durante años, ha funcionado sin control.

La crisis del jefe de prisiones floridanas se agudizó desde mayo último, cuando un diario local reflejó extrañas muertes de presos.

Un caso resume a otros muchos.

Se trata de Darran Rainey, un prisionero de 50 años con serios trastornos mentales.

¿Qué le hicieron? Sus carceleros le obligaron a soportar casi dos horas bajo una ducha hirviente, tortura que le arrancó gran parte de su piel.

Aunque Rainey murió en 2012, el caso fue virtualmente ignorado por la policía de Miami-Dade, que no interrogó a testigos.

Si en Washington existiese un mínimo pudor, ¿hablaría como paradigma de los derechos humanos en el mundo?

Viene el recuerdo de lo dicho por la experta universitaria Allison DeFoor:

«Una vez más estamos bailando alrededor del elefante en la habitación».

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