Brasil: Triunfo de la esperanza

Brasil: Triunfo de la esperanza
Fecha de publicación: 
27 Octubre 2014
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El ajustado, aunque siempre anhelado triunfo de Dilma Rousseff en las elecciones presidenciales de este domingo en Brasil, subraya que la reelecta mandataria sigue siendo la principal esperanza de una nación en la que deben producirse mayores cambios para seguir eliminando la pobreza, la desigualdad, el latifundio y la explotación monopólica.

Los reales avances del país en diferentes órdenes de la vida habían tratado de ser sepultados por una onerosa campaña desinformativa, prejuiciosa y de un cariz malsanamente tendencioso, con el fin de favorecer al candidato de la derecha, Aecio Neves, quien hubiera podido triunfar no por méritos propios, sino por el voto negativo hacia la Presidenta.

Ciertamente, Neves era el candidato del imperialismo norteamericano, ya que aunque reconoció y prometió continuar las inobjetables conquistas sociales de Rousseff, planificó la salida de Brasil de todos los grupos integracionistas de la región y del continente, específicamente de la Celac, dejando en un limbo su futura permanencia en el grupo BRICS, donde Brasil desempeña una labor de vanguardia mundial junto a sus otros integrantes, Rusia, la India, China y Sudáfrica.

Los enemigos del pueblo brasileño sustentaron su campaña de insidia, aprovechándose de la actual inestabilidad del crecimiento económico, el lento fortalecimiento de la infraestructura y, sobretodo, el mantenimiento de la desigualdad social, tratando de borrar los avances indudables que hicieron disminuir la pobreza y el desempleo, ocultando que los anteriores gobiernos de la socialdemocracia representada por  Neves habían endeudado y empobrecido a la nación de gran manera.

Esta victoria, sin dudas, respalda la continuidad del Partido del Trabajo, con los dos mandatos del carismático Luiz Inácio Lula da Silva y la primera gestión de la ahora reelecta Presidenta.

No hace mucho que Dilma, conocedora de lo que es ser pobre, de la prisión y torturas a manos de la más reciente dictadura, afrontó con entereza y comprensión las manifestaciones de descontento de varios sectores de la población, e incluso animó a su realización, con el fin de presionar a un Congreso que la apoya nominalmente, pero que en la práctica se inclina generalmente a las proposiciones de centroderecha.

Aunque no pudo con anterioridad lograr la aprobación de un plebiscito que ayudaría a una mejor gestión de gobierno y la materialización de las respuestas que necesita dar a las demandas populares, la Presidenta prosiguió llevando a cabo obras de beneficio al pueblo, principalmente en la alfabetización, la construcción de viviendas y la salud, sector en el que buscó la colaboración con Cuba en zonas donde los médicos locales se negaban a acceder.

Los obstáculos a Dilma han sido muchos y muy fuertes, sustentados en la propiedad privada de unos medios masivos de comunicación que obedecen a los industriales y latifundistas de un país que sigue siendo capitalista, aunque rechazando el neoliberalismo propugnado por los peones de ese Imperio culpable de la crisis económica y financiera incoada desde el 2008, lo cual ha estado deteriorando el panorama nacional.

Aunque se ha ganado limpiamente la batalla de las elecciones, esta es el inicio de un nuevo esfuerzo a favor de millones de brasileños, al tiempo que se augura otra fuerte lucha en el plano internacional, por cuanto Estados Unidos seguirá conspirando contra un gobierno que ya dicta pautas fuera de la esfera de influencia norteamericana.

En este contexto, Brasil ha demostrado abiertamente su apoyo a un orden mundial más democrático y multipolar, basado en  el régimen de la ley internacional, en la igualdad, el respeto mutuo, la cooperación, la coordinación y la toma de decisiones colectivas de todos los estados, y así lo ha demostrado con sus esfuerzos políticos y diplomáticos.

Así, condenó el terrorismo en todas sus formas y expresó su gran compromiso con la diplomacia multilateral y el papel central de la ONU para enfrentar los desafíos y amenazas nucleares, además de luchar por la integración regional en todas sus formas y estrechar lazos con gobiernos que practican una política antimperialista y encaminan sus pasos por el camino de la construcción del socialismo, como Cuba y Venezuela.

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