Ariel Pestano: "Nunca me pasó por la mente siquiera quedarme en el extranjero"

Ariel Pestano: "Nunca me pasó por la mente siquiera quedarme en el extranjero"
Fecha de publicación: 
22 Octubre 2014
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Los años pasan pero no se borran del recuerdo las decisiones más polémicas de la pelota cubana en los últimos tiempos.

adie creía aquella omisión cuando fue hecha pública la preselección para el III Clásico en 2012: no estaba Ariel Pestano Valdés, el mejor receptor cubano de todos los tiempos.

A partir de entonces se tejieron muchas historias, la gente comenzó a decir que fue Víctor Mesa quien “le pasó la cuenta”. La afición exigía explicaciones y nadie las daba.

Más rápido de lo que tiraba a segunda para capturar a algún estafador de bases, en el propio Clásico, se demostró cuánta falta hacían sus servicios.

Después llegó su momento, en la final de la Serie Nacional 52, que lo inmortalizaría definitivamente: con ese jonrón que decidió la victoria tan esperada de Villa Clara. Aunque para entonces, con 22 temporadas “agachado” detrás de home, ya era una leyenda de la pelota cubana.

¿Siempre fuiste receptor?

Sí, era la posición que me gustaba. Desde los nueve años fui cátcher, incluso, he sido de los pocos que ha integrado todos los equipos Cuba, tanto en la categoría infantil, como juvenil y la de mayores. Que recuerde, el otro es Antonio Pacheco.

¿Quiénes fueron tus referentes?

Te seré sincero, yo no tuve paradigmas, porque no vi jugar a los mejores receptores que me antecedieron, Juan Castro, Alberto Martínez, Lázaro Pérez, aunque los tres fueron mis entrenadores y aprendí mucho de ellos. Pero querer imitar o ser como alguien, no hubo nadie.

¿Te hubiera gustado jugar en las Grandes Ligas de Estados Unidos?

Esa es la aspiración de cualquier pelotero, participar en la competencia más fuerte que existe en el béisbol mundial.

¿Y te hicieron alguna propuesta en ese sentido?

Como a casi todos los atletas cubanos, también me hicieron ofertas para que desertara, para que abandonara mi país, pero de esa manera no quería. Nunca me pasó por la mente siquiera quedarme en el extranjero.

Pero estuviste el año pasado en la pelota profesional mexicana.

Sí, me llamó Enrique Rosado, dueño del equipo Piratas de Campeche, para jugar la Liga Veracruzana. Fui contratado como entrenador y jugador. El equipo clasificó, pero no logramos llegar a la final.

Has sido quizás el cátcher cubano que más elogios internacionales ha recibido. Alguien dijo que parecías un torpedero detrás del plato.

Sí, ese fue el dominicano David Ortiz, al que todos le dicen Big Papi. Tuvimos la posibilidad de conversar en el primer Clásico y fue un orgullo que me elogiara de esa manera.

Tuviste el privilegio de participar a la ofensiva en los dos últimos éxitos de Villa Clara. Primero en 1994 con doblete frente a Industriales en un séptimo juego y la temporada antepasada con jonrón ante Matanzas. ¿Cuál batazo te conmovió más?

Yo nunca fui un bateador de grandes promedios, pero no puedo negar que me caracterizaba por ser oportuno, por conectar a la hora cero.

Ambos batazos fueron muy importantes en mi carrera deportiva. El primero me abrió muchas puertas cuando aún era muy joven y no era el titular de la receptoría en el equipo de Villa Clara, pues entonces estaba Ángel López.

Me buscaba un puesto, quería crecer en el béisbol, ganarme el respeto y la admiración de la afición, y que se fijaran en mi quienes dirigían la pelota en aquellos tiempos. Claro que deseaba también que mi equipo ganara. Ese año, 1994, logré participar en varios torneos internacionales.

El otro, el Grand Slam contra Matanzas en el play off de la Serie Nacional 52, fue el final de mi carrera deportiva, el mejor colofón para tantos años de entrega, de sacrificio, de éxitos, y también de sinsabores y tristezas en los últimos momentos.

Ese jonrón fue espectacular, le di la posibilidad al pueblo de Villa Clara de que disfrutara un título después de 18 años de espera, y además le dejé una huella, un batazo para que me recuerden siempre, porque a veces, cuando un atleta se retira, se olvidan sus glorias, su sacrificio, su entrega.

No solo Villa Clara estaba esperando ese jonrón. Muchísima gente en Cuba y fuera del país saltaron contigo, lloraron contigo, le dieron la vuelta al cuadro contigo esa noche. Te convertiste en el héroe de millones.

Quizás sea que casi toda Cuba se había dado cuenta de que habían hecho una injusticia conmigo, que no había razón para no llevarme al Clásico. Nadie en lo particular tuvo la culpa, porque fue una decisión colectiva, según dijeron. Cada cuál sabe lo que hizo y por qué lo hizo. Me excluyeron sin motivo, simplemente me dijeron que no tenía rendimiento para integrar la preselección, después de que fueron ellos mismos los que recomendaron que me dieran descanso durante la Serie Nacional para preservarme.

¿Qué pasó el día que supiste que no irías al Clásico?

Primero debo decirte que tuvieron la cortesía de llamarme antes de anunciar públicamente la preselección. Esa tarea les tocó a Jorge Fuentes e Higinio Vélez. Me dijeron: “no digas nada aún, no comentes nada, pero no estás en la preselección”. Pensé que era una broma, y salí para el patio donde tengo varios gallos finos.

Allí me puse a analizar, a preguntarme a mí mismo, por qué aquella decisión. Después puse el Noticiero Deportivo y ahí fue que me dije: “es verdad, no estoy”. Mucha gente empezó a expresar su desacuerdo, a cuestionar mi exclusión, pero todo quedó ahí. No me quedó más opción que resignarme.

Para cerrar el tema, ¿tuvo entonces algo de especial que el jonronazo fuera contra Matanzas?

No, absolutamente nada que ver que fuera contra ese equipo. Pero sí lo considero un premio después de haber vivido momentos difíciles, de sufrimiento. Lo considero una suerte de justicia, la mejor justicia posible.

¿Fue ese tu momento más feliz como pelotero?

No te voy a negar que resultó uno de los más felices en mi carrera, logré decidir un campeonato, que mi familia lo viera, abrazar a mi esposa, a mi hijo, que el pueblo de Cuba lo disfrutara, que reconociera lo que había hecho.

Pero lo más importante para un deportista no es simplemente ser bueno en el terreno, o destacarse en un torneo. Lo trascendente es que el pueblo te reconozca, que esté satisfecho con lo que haces, que te respete y te admire.

Lo que queda de verdad es que la afición diga: “yo iba al estadio a verlo”, que los niños quieran ser como tú, que deseen imitarte y se acerquen a ti para preguntarte qué deben hacer para ser buenos peloteros. Eso es lo verdaderamente útil. Lo demás pasa, el tiempo lo borra.

¿Tiene alguna relación la pelota y las peleas de gallo?

No, ninguna. El béisbol es una de mis pasiones, además de mi familia. Los gallos finos son un hobby.

Dicen que eres buen bailador…

Sí, me defiendo con los pasillos, pero no soy muy fiestero.

Cuando eras diputado a la Asamblea Nacional de Cuba algunos parlamentarios se pelaban contigo, ¿es cierto eso?

(Pestano se sorprende con la pregunta, se ríe y pregunta.) ¿Cómo sabes eso?… Es verdad, a veces me creo barbero. Yo mismo me pelo.

Has mencionado a tu hijo. Va tras tus pasos. ¿Te superará?

Podría ser, tiene condiciones, yo no soy un padre ciego, pero le veo talento. Lo mejor es que muestra mucho interés, lo demás lo dirá el terreno.

Ahora tiene 16 años y está en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE). Yo no lo entreno, pero sí le corrijo algunas cosas, prefiero que desarrolle su propio estilo. Es cierto que el techo es bastante alto para él.

¿Crees que hay crisis en la receptoría cubana actualmente?

Pienso que calidad sí hay, contamos con varios muchachos con potencialidades, pero se debe trabajar mucho con ellos, no es solo cuestión de jugar todos los días.

Hay que enseñarlos a moverse, a detectar qué busca el bateador cuando se para de una manera o de otra. Un receptor también es bateador, debe pensar como ambos roles y si a eso se le suma el pensamiento del lanzador, serían entonces tres contra uno, y esa superioridad hay que saber aprovecharla.

Yo lo aprendí de mis entrenadores, Pedro Pérez, Lázaro Pérez, Albero Martínez, Roberto Pupo, y lo ejercité en el juego diario, poco a poco fui adquiriendo esa experiencia. Hay que hablar mucho con los jóvenes, enseñarlos, corregirlos adecuadamente.

¿Cómo recuerdas el ponche que te tomaste en el último juego del play off contra Industriales de 2010? Tenías enfrente a un lanzador inexperto y podías decidir otro campeonato para los villaclareños.

Eso pasa en el béisbol, yo estaba en un buen momento ofensivo y quise decidir, me fui con lanzamientos malos y no le pude pegar a la bola.

Sin embargo, ese fue mi mejor play off, bateé más de 400 de average, empujé 26 carreras, casi le rompo el récord a Rolando Meriño, y fallé en ese momento. Cosas de la pelota.

 

La gente dice que eras muy exigente con los lanzadores, que llegabas a ofenderlos…

Ese es un criterio discutible. Depende de cómo se interprete. Yo lo que hacía era decirles lo que tenían que hacer en un momento determinado. A todos no se les puede tratar igual. A unos tienes que darle un grito para que reaccionen, para que rompan lo que se llama el pre-arranque, otros respondían con una nalgada, o un empujoncito, o un golpe por el pecho, o con decirle una palabra fuerte.

El propósito era que cogieran genio y reaccionaran ante una situación difícil de juego. A Pedro Luis Lazo, por ejemplo, yo nunca tuve que darle por el pecho, llegaba al box y le decía: “¿qué pasa negrón?, dale, vamos a sacar esto adelante”, y era suficiente. A Norge Luis Vera no se le podía hablar. Yo llegaba y le ponía la mano en el hombro y no le decía nada. Eso depende del temperamento de cada persona. No es que sean cobardes, ni que tengan miedo, sino que se presionan y sin ayuda no logran el resultado.

Tus detractores te consideran un líder negativo y dicen que no corrías fuerte de home a primera…

Es muy fácil sentarse en las gradas, a la sombra, a criticar. Yo los invito a pasarse 90 juegos de una serie con un equipo para que vean “cómo se hacen las maracas”. O que le pregunten a mis compañeros sobre mi carácter.

¿Tenías una estrategia para cada juego, cómo analizabas a los rivales?

Ese es secreto profesional. Se lo trasmitiré a quien deba aprenderlo. Sí existe una estrategia para cada juego, todos son diferentes y llevan un análisis sobre los jugadores de cada equipo y en la situación en que se encuentre el partido.

¿Qué crees de los directores que dan las señas desde el banco?

Con respecto a eso hay varios puntos de vista, el manager tiene a un asistente al lado que va registrando lo que el pitcher tira, cómo lo va tirando y el momento en que lo hace, esto se utiliza en el béisbol moderno, pero es difícil que el manager se de cuenta de cómo se para el bateador en home, o para qué se preparó este.

A mí nunca me gustó que me dieran las señas del banco, pues no lograba concentrarme y me convertía en una maquina de tirar y coger pelotas. Yo dirigí el equipo nacional desde que entré en 1999 para el tope con los Orioles de Baltimore hasta que me fui tras la gira por Japón en 2012.

¿Cuál ha sido tu mejor director?

He tenido muchos, pero para mí los dos mejores han sido Alfonso Urquiola y Rey Vicente Anglada, tienen un carácter parecido, la misma forma de dirigirse a la personas, de analizar las situaciones de juego, conversan y no imponen.

¿Qué cualidades no consideras apropiadas en un director?

Un director no debe ser el protagonista del juego, ya que esto le corresponde a los atletas, y bajo ningún concepto debe faltarles al respeto a sus jugadores, a los árbitros y a la afición.

¿Sueñas con dirigir algún día?

Por ahora no he pensado en eso pero sé que en algún momento debe tocarme.

¿Qué deberías cambiar antes de asumir esa responsabilidad?

Creo que todavía tengo mucho que aprender, no basta con la experiencia de jugador y los conocimientos técnicos y tácticos adquiridos durante el juego activo. Dirigir es una tarea muy difícil para lo cual hay que estar bien preparado.

Gerardo Hernández Nordelo desde su prisión en Estados Unidos te envió un bate de recuerdo.

Me sorprendió y me enorgulleció. Ese bate no lo he utilizado nunca, vino con mi foto, mis estadísticas y un mensaje, es como un talismán, de las cosas que merecen ser guardadas para toda la vida.

Además, Gerardo se había sensibilizado conmigo cuando me excluyeron de la preselección nacional. Él me escribió y me dio ánimos, tampoco estaba de acuerdo con esa decisión. Un hombre en las circunstancias en las que vive él y que haya tenido el gesto de darme aliento, de veras que es una persona excepcional.

Algunos amigos cuando supieron que te iba a entrevistar me pidieron que te preguntara tu equipo Cuba ideal, sobre todo para ver qué responderías en una posición, tú sabes….

Te voy a responder con los que vi jugar: Orestes Kindelán (1B), Antonio Pacheco (2B), Eduardo Paret (SS), Omar Linares (3B), Frederich Cepeda (LF), Luis Giraldo Casanova (RF) y Víctor Mesa (CF).

¿Lanzadores?

José Ariel Contreras, Pedro Luis Lazo, José Ibar y Norge Luis Vera.

¿Qué le falta a Cuba para ganar un Clásico?

(Piensa durante unos segundos; parecen minutos). Le falta todo: atletas, entrenadores, preparación, topes, resolver otros problemas que tiene el béisbol actualmente. Va a ser muy difícil por ahora repetir al menos aquel segundo lugar de la primera edición, que para mí es el resultado más grande en la historia del béisbol cubano.

La ficha de Ariel Pestano

Ariel Pestano Valdés, nació el 31 de enero de 1974, natural de Caibarién, en Villa Clara. Participó en 22 series nacionales y durante 12 años consecutivos integró la selección nacional. Asistió a dos clásicos mundiales (2006 y 2009), seis campeonatos mundiales (2001, 2003, 2005, 2007, 2009 y 2011), tres olimpiadas (2000, 2004 y 2008), cuatro copas intercontinentales (1999, 2002, 2006 y 2010) y cuatro Juegos Panamericanos (1999, 2003, 2007 y 2011).

Campeón olímpico en Atenas-2004, cuando bateó 595 de average. Plata en Sydney-2000 y Beijing-2008.

Plata en el primer Clásico Mundial de Béisbol (2006).

Campeón Mundial en Taipei de China-2001, Cuba-2003 y Holanda-2005.

Atleta más destacado de Cuba en deportes colectivos del año 2004.

Actuación en 22 Series Nacionales:

Ofensiva

Comparecencias oficiales al bate: 6181
Veces al bate: 5339
Carreras anotadas: 720
Jits: 1532
Average: 287
Dobles: 302
Triples: 33
Jonrones: 153
Total de bases recorridas: 2359
Slugging: 442
Bases robadas: 44
Cogido robando: 68
Carreras impulsadas: 905
Sacrificio en toque: 47
Sacrificio en fly: 55
Pelotazos: 91
Bases por bolas: 649 (de ellas, 102 intencionales)
Ponches: 681
Bateó para doble play: 195 veces

A la defensa

Total de juegos: 1597
Inning: 11067
Out: 7437
Asistencias: 804
Errores: 78
Total de lances: 8319
Average: 991
Participó en 128 doble play
Pass ball: 57
Bases que le robaron: 353
Capturados robando: 459
(Estadísticas: Guía oficial del Béisbol Cubano)

 

Tomado de Progreso Semanal

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