Lágrimas de muchas mujeres en el cuerpo de una

Lágrimas de muchas mujeres en el cuerpo de una
Fecha de publicación: 
8 Octubre 2014
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El de Monse Duany es un unipersonal por lo evidente: la hora y tanto que dura lo sostiene ella sola, monopolizando con su energía cada ápice de la escena. Pero tantas voces hablan a través de la mujer posesa y turbada que se agita en las carnes contundentes de la actriz, que aquello parece, en realidad, una obra tumultuaria.

 

En sensual semi-desnudez que se ilumina y crece con la lucidez de los arrebatos, nos es presentada una Osiris, hembra con nombre de macho, mulata santiaguera escapada a Lituania por la vía forzosa de un matrimonio a conveniencia y embebida en la mística de hacerse santo allá para extrañar un poco menos.

 

De trance en trance, Osiris se torna La Lupe, aquella cantante de discos de acetato que araña la nostalgia desde los recuerdos de infancia de la neo-lituana y que se aparece ante su desarraigo geográfico, climatológico, cultural, genérico, para salvarla desde la posesión más honda.

 

"Las lágrimas no hacen ruido al caer" más que rozar, desgarra un sinnúmero de tópicos esenciales a la mujer: la búsqueda de una misma, el auto-conocimiento espiritual y físico, la defensa del placer y lo erógeno como un derecho cimero y desligado de cualquier estigma social, lo imperioso de poder sostenerse de manera independiente a la pareja y ser plena en una misma; la libertad de elegir destinos y prácticas sociales, sexuales, culturales...

 

Pero no se queda al borde del feminismo plano (¿para qué?, si como avisa en sus espasmódicas apariciones el personaje de La Lupe: "el feminismo acaba donde comienza el clítoris").

 

"Lágrimas..." habla entonces y también de ese no-lugar desde donde padece el extranjero sus lejanías y otredades; de la eterna búsqueda de la felicidad que no parece encontrarse en parte alguna; de negritud y mulatez; del estigma y los estereotipos; del escape del migrante y sus pérdidas; de la fe que no cabe en religiones; de la paz interior y los desgarramientos espirituales que supone la vida si se la vive sin miedos.

 

La obra, escrita por Alberto Pedro Torriente, es una pieza de gran picaresca textual y hondas reflexiones, bien acompañada además por la actuación visceral y sólida de una protagonista que se alterna entre parlamentos y temas musicales de La Lupe.

 

Uno de los tantos momentos de goce a oscuras que va dejando en las medianías de su decimoquinta edición este Festival Nacional de Teatro de Camagüey.

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