La América Oculta trajo sus sonidos a Cuba
Revelando los sonidos ocultos de la América toda, la agrupación interpretó sonoridades indígenas salidas del propio corazón de la cultura regional, enaltecidas con un despliegue escénico y coreográfico realista y bastante semejante a los ritos propios de la historia precolombina.
Presentamos un recorrido por la geografía sonora de América, por las coordenadas espaciales y temporales que conforman la singularidad de nuestras tierras, afirmó Alejandro Iglesias Rossi, director de la orquesta.
Mostramos instrumentos que no habían vuelto a sonar desde hace mil 500 años y que fueron recuperados de museos, junto a las máscaras iconográficas autóctonas, especificó.
El programa incluyó tanto obras solistas como para diferentes tipos de formatos, creaciones compuestas para la tradición simbólica del Caribe y que contienen transformaciones electrónicas en vivo de los sonidos nativos, sentenció.
Con coreografía y diseño visual de Susana Ferreres, durante toda la presentación destacó la pieza Dado, una ejecución para ensamble de berimbaos de la autoría del brasileño Naná Vasconselos, precusor de la unificación de la música popular y la erudita.
Esta obra, que data de 1944 y constituye la primera de su tipo para el instrumento tradicional, aportó una sonoridad electroacústica al concierto y demostró la utilización de las nuevas tecnologías en pos del rescate de los ritmos más auténticos de la región.
Como palabras de elogio, Leo Brouwer, presidente del Festival, aseguró que esta combinación a medio camino entre lo mítico y actual, daría como resultado una noche de música mágica.
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