Vargas Llosa: Sus retozos con el terrorismo

Avalos resumió lo dicho por Vargas Llosa con el siguiente titulo: “Se Vale matar al dictador”.

Según el entrevistador, quien tenía frente a sí le habló durante casi una hora en Madrid, “sin esconder nada”.

Por eso, afirmó que el 80 ó 90 por ciento de los tuits que recibe son “adefesios, tonterías, cosas de ociosos”.

Buen motivo de reflexión para quienes todavía dedican su tiempo a enviárselos confiados en su decencia y sabiduría.

El periodista subrayó que Vargas Llosa arribó a los 78 años, así como que de su pluma han salido más de 20 novelas.

Después pasó a cumplir su misión esencial: lanzar comprometedores dardos venenosos hacia Fidel y Raúl Castro.

Avalos se trasladó a Madrid con el anunciado propósito de entrevistar al escritor sobre la adaptación televisiva de su novela La Fiesta del Chivo.

Esta narra la extrema brutalidad y crueldad con que el dictador Rafael Leónidas Trujillo gobernó República Dominicana desde 1930 hasta 1961.

Trujillo, abundó el reportero,  murió “tiroteado” en un automóvil, y sobre ello le preguntó a Vargas Llosa:

“¿Vale matar al dictador? Yo creo que sí; a un dictador como Trujillo, sin duda”, contestó.

“El tiranicidio es algo perfectamente legítimo, los asesinos de Trujillo fueron verdaderamente, no asesinos, sino ajusticiadores.”

“¿Y Cuba?”, le preguntó Ramos Avalo; ¿Para usted Raúl y Fidel Castro son dictadores?

“Absolutamente”, le contestó. “Yo creo que ahí se han cerrado todos los espacios”.

Continúo, agrega el entrevistador, “Si usted justifica la muerte de Trujillo, ¿vale tratar de matar a los Castro?”

Vargas Llosa se detiene, pero no lo niega. “Mire, creo que en cada caso hay que estudiar el contexto”, dice al periodista del Herald.

“Yo no puedo fijar la estrategia que corresponde en el caso de Cuba porque no estoy ahí, porque yo no vivo adentro”.

Así dejó flotando la muy  comprometedora, demostrativa e insólita interrogante:

¿Vale tratar de matar a los Castro?  No se atrevió al “sí”, pero tampoco lo descartó.

Muy difícil de entender que un Premio Nobel de Literatura, como Mario Vargas Llosa, no sea capaz de guardar una clara distancia del terrorismo.