Cuba: Vivir del pan

Cuba: Vivir del pan
Fecha de publicación: 
22 Septiembre 2014
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Las cosas suceden así. Te despiertas una mañana y de pronto en Cuba pregonan pan de Francia. «Vamo, pan francé… pan francé… calentico…» Nunca imaginas que un delivery llegue tan lejos, ¡y calentico!, pero así sucede desde hace unos años en algunos repartos habaneros.

Por suerte para los morosos, algunos de nuestros desvinculados laborales se han anotado a esta práctica de vender pan y nos despiertan con esos pitos altísimos (quizás también traídos de Francia) para arruinarnos los cinco minutos después que apagamos el despertador y convencernos de que, solo si compramos el pan, se alejarán pronto. Al final, con dos pesos de más, resultan una ventaja para quienes no tienen tiempo de hacer la cola en las panaderías y para los que nunca escuchan el despertador.

Sin embargo, por desgracia para quienes se planifican para comprar en las Cadenas, nuestros amigos del delivery (a quienes no creo coherente llamar panaderos) terminan siendo un insulto que no se sabe hasta dónde va a llegar, según quejas de la población. Los delivery boys (sintetizando) llegan a las colas casi siempre entre los primeros, porque ya les habían marcado, y vacían las bandejas de pan que muchos esperaron durante dos horas.

El calentico y sabroso pan suave o flautín termina entonces en manos de quienes pasarán más tarde por tu calle con un precio de 5 pesos cubanos por cada uno, cuando antes, en la panadería, casi logras comprarlo a 3 pesos. Entonces, con razón, la cola se rebela y muere tu ilusión del pan de Francia.

En algunos lugares, este fenómeno ha evolucionado y nuestros delivery boys se reúnen a altas horas de la noche con sus jabas, latas, cajas o carretones, según ordena la demanda, para que al día siguiente, luego de dos horas de pregón, mi salario sea la mitad de su ganancia. Tampoco es para tanto, me contesta Adrián cuando le pregunto sin juzgarlo, esto da para el diario, concluye y simplifica mi cuenta.

Después de todo, su trabajo les cuesta porque competencia tienen, ¡y bastante! A veces, cuando comienza uno nuevo, es fácil de reconocer porque viola las zonas de otros y lo sientes toda la mañana con el pregón ajeno. Pero, en este negocio, la constancia tiene la última palabra. Constancia que resulta ser el único sacrificio, pues el pan caliente vuela y hacen el pan… sin hacerlo.

Las cuentas están sacadas y la ganancia es tan obvia, que los delivery de las Cadenas Cubanas del Pan van en aumento, algunos como trabajo fijo y otros a medio tiempo. El verano, como en muchos negocios, elevó el número de vendedores que, con el pan nuestro de cada día, hacen la comida de los suyos, pero las cosas suceden así… al menos algunos estimulan el despertar con el sueño del pan francé.

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