Aumentan en EE.UU. las inyecciones ilegales para mejorar los glúteos

Aumentan en EE.UU. las inyecciones ilegales para mejorar los glúteos
Fecha de publicación: 
24 Julio 2014
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Una mujer lo hizo porque creyó que se vería más linda y más deseada.

Pero ponerse una inyección para mejorar su trasero fue el peor error que Natalie Johnson pudo cometer.

En su casa en un suburbio de Miami muestra fotos de su cuerpo lleno de cicatrices, moretones y piel en proceso de descomposición.

"No lo necesitaba, estaba muy bien como estaba", afirma. "Llevaba una forma de vida que me hacía creer que si tenía unas nalgas más grandes haría más dinero".

El dolor que sufre es tan severo que no puede sentarse durante mucho tiempo. Johnson cuenta con su hija pequeña, de nueve años, que la ayuda con las cosas más básicas.

Problemas que tardan en aparecer

Todo empezó cuando trabajaba como bailarina exótica: conoció a una persona que aseguraba ser médico y que le ofreció realizarle una operación en las nalgas por una fracción de lo que le costaría en una clínica normal.

No parecía nada extraordinario. Otras de sus amigas ya lo habían hecho y muchas mujeres en Miami quieren un trasero grande para parecerse a las mujeres de videos musicales, asegura Johnson.

Cuenta que un hombre que se llamaba O’Neal Morris fue a su casa con una bata de doctor –con pinta de profesional- y le inyectó una sustancia usando una jeringa descartable.

Natalie Johnson tuvo muchos problemas tras someterse a un tratamiento realizado por alguien que afirmaba ser doctor.

Al principio los resultados fueron satisfactorios: un trasero más firme y redondo, lo que la acercaba al prototipo de cuerpo con forma de "botella de Coca-Cola" que ella quería.

Después de someterse al tratamiento dos veces más, comenzaron los problemas.

"Empecé a ponerme muy enferma. Me di cuenta de que el material se estaba empezando a desintegrar y mi trasero empezó a arrugarse".

"Me mareaba y me sentía cansada".

En una ocasión incluso fue trasladada de urgencia al hospital después de dejar de respirar.

A la cárcel por no tener licencia

Morris, la persona que le había administrado las inyecciones, recibió una pena de un año de cárcel por practicar medicina sin licencia.

Las mujeres que salieron a la luz durante el juicio aseguraron que Morris no es un doctor cualificado y que les había inyectado cemento, pegamento y sellador para neumáticos.

El FBI dijo que el número de personas que se hacen pasar por doctores para llevar a cabo este tipo de tratamientos se está incrementando, especialmente en Nueva York, California, Florida y Texas.

En su clínica de un suburbio de Miami, el doctor Alberto Gallerani enseña muestras de sustancias que ha sacado de las nalgas de pacientes, incluido aceite de oliva y pegamento.

Cirujano plástico certificado, Gallerani lleva tratando a Johnson y otras como ella que acudieron a él tras haber sufrido procedimientos dudosos.

Muestra fotos de lo que puede ir mal: son demasiado horribles para ser publicadas aquí pero en muchos casos la piel cambió de color y está severamente dañada. Otras fotos muestran cómo el cuerpo ha sido desfigurado.

Gallerani afirma que en muchos casos los síntomas tardan años en aparecer.

"De lo que mucha gente que se somete a este tipo de tratamientos no es consciente es de que realmente se están metiendo una bomba de tiempo en el cuerpo", dice.

Asegura además recibir 100 llamadas semanales de gente pidiendo ayuda.

Las nalgas son cada vez más el objetivo de las cirugías plásticas. En 2013 el número de procedimientos con respecto al año anterior se duplicó, de acuerdo a la Asociación Americana de Cirujanos Plásticos.

Como cuesta miles de dólares, muchas optan por métodos que no están regulados.

También en América Latina

En América Latina, un lugar con países que ocupan los primeros puestos en el número de mujeres que se someten a cirugía plástica, también existe este problema.

Según la Sociedad Venezolana de Cirugía Plástica Reconstructiva Estética y Maxilofacial (SVCPREM), hasta un 30% de las mujeres entre los 18 y 50 años eligen inyecciones de silicona en las nalgas, a pesar de que en 2012 el gobierno las prohibió.

Si bien no hay cifras exactas, la SVCPREM estima que al menos una decena de mujeres muere cada año como consecuencia de estos procedimientos.

Según afirma Irene Caselli, corresponsal de la BBC en Caracas, lo más atractivo de esta técnica para las venezolanas es también su precio. Una inyección puede costar 2.000 bolívares fuertes (US$318) y toda la intervención no dura más de 20 minutos.

Los expertos aseguran que en un país que se considera una "fábrica de reinas de belleza" la presión por verse perfecta es muy grande.

Si bien el gobierno venezolano prohibió las inyecciones de silicona alegando peligros para la salud, las compañías de seguros no cubren los gastos para tratar los problemas causados, debido a que no reconocen como enfermedad los efectos secundarios de ese procedimiento, que al aprecer afecta a cada vez más mujeres en todo el continente.

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