ESTRENOS DE DANZA: Endedans en temporada

ESTRENOS DE DANZA: Endedans en temporada
Fecha de publicación: 
21 Julio 2014
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Lo mejor de esta temporada del Ballet Contemporáneo Endedans (hasta este domingo, en el capitalino teatro Martí) ha sido comprobar el excelente nivel del elenco camagüeyano.

El público y la crítica siempre han estado de acuerdo en algo: los muchachos que dirige la maestra Tania Vergara bailan con deseos y capacidad. Y asumen con igual de suficiencia disímiles acercamientos estilísticos y temáticos.

En este programa concierto, por ejemplo, se proponían dos piezas muy diferentes.

By Friction, creación del danés Jens Bjerregaard, tiene mucho que ver con la danza que hacen ahora mismo muchos coreógrafos europeos.

Danza que potencia el calado dramático de la puesta en escena, que rehúye uniformidades del cuerpo de baile, que se regodea en imágenes de marcado simbolismo (aunque no siempre resulten diáfanas)… Danza que no privilegia el espectáculo puramente físico, sino que recrea trozos de la cotidianidad y les otorga nuevas significaciones… o los subvierte, en un entramado inquietante.

Puede que a buena parte de nuestro público, más acostumbrado a coreografías que privilegian la expresión más física y pirotécnica de la danza, le cueste asimilar una obra coma esta.

Pero resultó interesante la manera en que el coreógrafo pasa revista a actitudes y situaciones rutinarias, “reflexionando” de paso sobre el acto mismo de representar, sobre los límites del espectáculo teatral, rompiendo muchas veces la llamada cuarta pared, en un diálogo muy vivo con el espectador.

Ahora, la coreografía parece algo cacofónica. La insistencia en algunas soluciones resulta innecesaria y enlentece el tempo. Al final hay más densidad de la aconsejable.

 

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Mucho menos pretenciosa en sus presupuestos “filosóficos” es Momentos en el viento, la segunda pieza, coreografiada por el cubanoamericano Pedro Ruiz.

Es, hasta cierto punto, un divertimento. Pero un divertimento muy bien pensado. El creador se inspiró en las dinámicas de la ciudad de Camagüey, en la relación de la gente con el entorno, para armar una sucesión fluida de escenas, muy vistosas e imaginativas desde el punto de vista del vocabulario.

Pedro Ruiz parte de la línea más clásica de la danza, pero termina por “contaminarla” con aires más contemporáneos, e incluso populares.

La obra va creciendo ante el espectador, se va consolidando, y termina con una coda muy entusiasta, en la que participa todo el cuerpo de baile.

Pero antes se enhebran momentos de clara vocación poética, como un hermosísimo trío, perfectamente interpretado por bailarines solistas. Es, según el coreógrafo, el corazón mismo de la pieza.

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