Un artista con la mochila llena de ideas

Un artista con la mochila llena de ideas
Fecha de publicación: 
22 Julio 2014
0
Imagen principal: 

Juan Carlos Balseiro nació en Ceiba Mocha, una comunidad rural en las afueras de la ciudad de Matanzas, allí creció y con él la vocación y un talento para la plástica del que, creo, solo se ha hecho consciente muchos años después de graduarse de la Escuela Nacional de Arte.

¿Cuál fue el clic que te hizo retomar el arte?

Juan Carlos BalseiroA mí me pasó algo cuando hice la tesis de la ENA, yo creo que necesito que pasen más años a ver si puedo traducir qué fue, pero dejé de creer en la pintura. Fue como ese tiempo en que uno pasa de niño a adulto y los juguetes ya pierden la magia y eso pasa de un día a otro, ya ese carrito es un carrito plástico, no es el carrito aquel que tú te imaginabas, entonces a mí me sucedió algo así parecido con el arte, ya no creía en él y traté más bien de conocerme a mí mismo, me puse a estudiar un poco de música, comencé como una búsqueda a ver si realmente la plástica era lo que yo quería, porque a veces uno se monta en un carro y sigue y sigue y de pronto se pregunta ¿realmente yo quiero estar aquí, no es porque me está arrastrando la vida? Ahí hubo un aislamiento, de vez en cuando hacía una obra, pero después volvía a dejar de trabajar.

Siempre estaba bocetando y siempre estaba pensando, nunca dejé de pensar en el arte, en la plástica, pero lo que a mí me mueve realmente a trabajar fuerte fue la experiencia de la Brigada Martha Machado en el 2008, desde entonces casi no he dejado de trabajar en mi obra plástica…

Ahí nos conocimos y fue una vivencia extraordinaria para todos…

Realmente era como una escuela, a veces se reunían cien personas, creadores de varias manifestaciones, entonces todo eso me fue dando fuerzas, imprimiéndome la energía que necesitaba y además conocí amigos que también me han empujado, me han dado con un látigo para que yo trabaje como Sándor González, Ernesto Rancaño y sobre todo Kcho, que prácticamente me obligaban a trabajar y eso es lo que me marca para decidirme ahora a coger la mochila con todas esas ideas y venir para acá para La Habana a vivir y crear.

Detalle de una obra

También estuviste, precisamente con Rancaño,  en prisiones y escuelas de arte de todo el país como parte de la Itinerancia artística De la Punta al Cabo y la Isla también ¿Cuánto te aportó?

Es algo que genera una energía muy fuerte, hay que vivirla, yo en cualquier proyecto como ese siempre voy a estar, además es una oportunidad de conocer Cuba, de conocer a las personas y te enriquece y cada vez te enamoras más de Cuba y es útil también, porque acercas obras de artistas extraordinarios a los reclusos que tal vez nunca irían a una galería a las escuelas en las provincias, así que es útil para todos, para los estudiantes y para nosotros.

Me decías que estás viviendo ahora en La Habana, y tu Ceiba Mocha natal ¿dónde ha quedado?

Mi origen siempre está presente en mi trabajo, de hecho, una de las cosas que estoy haciendo hace varios años es organizar un evento, durante la semana de la cultura de Mocha, en febrero, para que los creadores de la zona puedan mostrar su obra y siempre tenemos un invitado especial, ya pasó por allí Abela, Rancaño, el próximo será Kcho… Es muy triste que haya artistas en Mocha, incluso algunos graduados de escuela, y que el propio pueblo no los conozca, entonces mi intención es propiciarles ese encuentro con el público y a la vez darles a la posibilidad de exponer, de exhibir sus cosas y de hecho, este año, con la ayuda de algunos amigos, pienso traer una muestra a La Habana.
¿Por qué ese empeño?

Yo pienso que eso no lleva respuesta, es obvio que tú no puedes olvidar a la gente de donde tu vienes, tu lugar… y yo a partir de la brigada aprendí a quitarme el miedo y algo de organizar y ver que a veces uno tiene las cosas en las manos, es simplemente hacerlas. Para mí la pregunta sería por qué no. Son personas que necesitan eso, lo necesitan…

Después que pasó lo de la brigada, que yo me metí en otras provincias, que fui a Haití, no creo que mis vecinos, mi gente me perdonaran que no hiciera nada ahí, para mí es un compromiso con ellos. Por ejemplo, a la Casa de Cultura le agradezco, porque si yo no hubiese estado en la Casa de Cultura no hubiese tenido posibilidades de entrar a la escuela de arte, cuando hice las pruebas eran casi trescientos niños para escoger trece, si yo no llego a pasar un año allí no me habría podido enfrentar a la prueba.

Detalle de una obra

Te hemos visto inmerso en varios proyectos colectivos, algunos con una fuerte carga social y política ¿Por qué?

A mí me cuadra mucho el trabajo en grupo. Es una escuela, cada uno está para aportar algo, pienso que uno no tiene la verdad en la mano, entonces uno necesita respirar, conocer con los demás las partes que a uno le faltan y a la vez  aportar lo que tienes, entonces es muy rico porque cada cual trae su mundo y a la hora de trabajar funciona como un cerebro colectivo.

En cuanto a los temas, yo agradezco el haber estudiado siete años en una escuela de arte, con tremendos profesores, coincidir con una buena generación que fue la de finales de los 80, que luego en la plástica ha sido muy importante, agradezco todo eso y entonces es una forma de yo devolver eso. Respeto a los artistas que por H o por B se mantienen al margen de estas cosas, pero yo sí me siento agradecido, porque realmente cuando tú sales de la escuela y sabes, por ejemplo, los precios de los materiales y ves que en la Escuela fueron siete años ahí usando cualquier tipo de material, yo pienso que uno tiene que devolver ese gesto…

¿En qué estás trabajando en estos momentos?

Estoy en una serie bastante amplia que he titulado Preferimos hundirnos y que me está dando varias posibilidades en cuanto a formatos y técnicas, por ejemplo pintura, dibujo, escultura, instalación, fotografía, video…

Fotografía de la acción plástica Preferimos hundirnos

¿De qué va y cuál es la motivación?

En el edificio donde yo vivía en mi pueblo, había unas personas que fueron afectadas porque en su lugar de origen hicieron una presa y tuvieron que mudarse, pero sus casas, con todas sus vivencias se quedaron debajo del agua. Entonces como a mí me gusta tanto desandar los lugares a los que yo iba cuando niño, un día estaba pensando que esas personas ya no pueden ir más nunca al sitio donde han vivido a rememorar sus experiencias, no sé, cuando caminaron por primera vez, con su mamá o su abuela que tal vez ya fallecieron, pero bajo esa situación ya no podían volver…

Por ahí empezó, pero luego me fui al mar porque me da otras posibilidades, me ampliaba el discurso, me daba más Cuba, porque la presa se me quedaba en esa vivencia específica de mis vecinos, pero ya al irme al mar me cambiaban los conceptos, por ejemplo a mí me es muy interesante el sentimiento ese de la inmolación, de ser capaz de sacrificar la vida por algo, a la vez es crear un paisaje entre lo que existe en la superficie y lo que está debajo del agua, quiero unirlo y crear un paisaje nuevo…

Vivimos en una isla y también me interesa llamar la atención sobre todo este tema del cambio climático pues corremos el riesgo de que desaparezca, con todos los fenómenos que se están dando en este sentido, si en muchos años va subiendo el nivel del agua, puede llegar en  un futuro a desaparecer Cuba, no es lo esencial, pero también está en la obra.

Las palmas se han convertido en un elemento recurrente en tu obra ¿Por qué?

Yo soy guajiro, soy del campo y es un riesgo trabajar la palma porque llega a ser un cliché, muchos pintores usan la palma, yo quise hacer el video para después pintar sobre eso  porque considero que solos la pintura o el dibujo no tienen toda la fuerza que yo quiero transmitir. Recurro a la palma una porque soy guajiro, dos porque es un elemento súper lindo y fuerte que de por sí tiene una carga de sentimientos en este país, hasta una carga religiosa…

Vives en la gran ciudad, pero regresas una y otra vez a tu simiente…

Yo decidí que si había nacido y vivía en ese pueblo, en Mocha, era por algo y decidí estar atento a lo que pasaba a mi lado y eso me parece que es interesante, porque a veces veo que varios artistas están trabajando en lo mismo, sin embargo ese aislamiento que yo hice quizás me sirvió para buscar algo más personal, ese es un camino infinito, pero pienso que por ahí voy. Me siento bien porque creo que estas cosas que estoy haciendo salen de mí, de mi identidad, vivencias de mi pueblo que reflejo en mi obra y luego las universalizo.

¿Después de experimentar en diferentes técnicas y formatos tienes alguna preferencia?

La pintura es como mi momento íntimo de meditar, de estar conmigo mismo y el video, que lo asumo como una acción plástica, como un performance, viene a ser la primera conversación con la gente, porque involucro varias personas a la hora de realizarlo, ya es un proceso colectivo y cada cosa me aporta algo, cada una tiene su función.

Fotografía de la acción plástica Preferimos hundirnos

¿Proyectos?

Me estoy preparando para una muestra personal durante la Bienal de La Habana en 2015. Para ese mismo evento tenemos una colectiva con el grupo de mi graduación de la ENA, entre ellos Kcho, Abel Barroso, William Hernández, Luis Enrique Camejo.

¿Cómo te sientes con lo que has ido logrando?

Yo me siento muy bien, pero la inactividad que tuve dejó un sedimento de ideas acumuladas, entonces siento mucha presión por la necesidad de soltar todo eso que arrastro desde hace tantos años, hasta que lo vaya expresando no me voy a sentir realmente cómodo. Ahora mismo lo que tengo es muchas ganas de trabajar…

Añadir nuevo comentario

CAPTCHA
Esta pregunta es para comprobar si usted es un visitante humano y prevenir envíos de spam automatizado.
CAPTCHA de imagen
Introduzca los caracteres mostrados en la imagen.