EN LIBRERÍAS: Contradanzas y latigazos

EN LIBRERÍAS: Contradanzas y latigazos
Fecha de publicación: 
3 Enero 2014
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Cecilia Valdés es el gran personaje de la literatura cubana. Es mucho más que eso. Es el gran personaje de la cultura cubana. Muchos ni siquiera han leído la célebre novela de Cirilo Villaverde, pero en Cuba todo el mundo conoce a Cecilia Valdés.

Es el arquetipo de la mulata hermosa, sensual. Es el símbolo del mestizaje nacional. Claro que esa visión es un poco reduccionista. El personaje representa otras cosas, y la novela que lo hizo popular, en la segunda mitad del siglo XIX, sigue siendo a estas alturas un referente importante para comprender los avatares de una época.

El escritor Reynaldo González publicó hace más de tres décadas un ensayo que tomaba de punto de partida el famoso libro de Villaverde. Hacía un análisis profundo y hasta cierto punto polémico del texto y analizaba la época en que se escribió y la que refiere la novela.

Muy diáfanamente, sin alardes estériles, Reynaldo González —que tiene justa fama de buen ensayista— se zambullía en años de los que habla mucha gente, pero no siempre con todos los elementos en las manos. Contradanzas y latigazos —ese es el título del libro— ponía algunos puntos sobre las íes. La editorial Letras Cubanas ha reeditado el volumen, en ocasión del centenario de Cirilo Villaverde, en 2012. Sigue a la venta en las librerías.

Vamos por puntos: hablemos primero del título: Contradanzas y latigazos. Es un excelente título porque define el espíritu todo del libro. Se trata de establecer una verdad histórica: el siglo XIX cubano —sin contar, por supuesto, las guerras por la independencia— no fue tan idílico y romántico como lo pintaron muchos poetas, grabadores y cronistas de esa época, indudablemente influenciados por una burguesía nacional que quería a todas luces un retrato amable y encantador.

Detrás de los salones lujosos, de las cenas pantagruélicas, de los bailes de ringo rango, de la hospitalidad casi mítica de aquella clase privilegiada, detrás de todo eso había un panorama dantesco: el de la esclavitud, fuente de riquezas y progreso. Los esclavos de las plantaciones, de los ingenios y también de los cafetales, eran tratados de manera francamente inhumana.

Ese trato, esa condición misma del esclavo, chocaba incluso con algunas de las ideas de esa burguesía, que estaba atrapada en esa contradicción. Cirilo Villaverde, con comprensibles limitaciones, fue el mejor cronista de esos años. Reynaldo González no ignora los problemas formales de la novela Cecilia Valdés, pero reconoce sus grandes aportes a la comprensión cabal de ese contexto.

Ya lo apuntábamos: el libro fue muy bien recibido en su momento. Pero llama la atención su absoluta vigencia, treinta años después.

El volumen que acaba publicar Letras Cubanas va más allá de aquella edición príncipe. Es un verdadero álbum, muy bien concebido, en el que el autor, además de su texto, incluye paralelamente extractos de obras de reconocidos autores cubanos y extranjeros (investigadores, historiadores, cronistas, escritores) que hablan de la novela o de su contexto.

La lectura se diversifica, el espectro es mucho más amplio. El libro está profusamente ilustrado con grabados de la época, que integran un diseño muy atractivo. Es una propuesta ideal para los que quieren conocer más de un siglo definitorio de nuestra nacionalidad, de la historia de este país.

 

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