Venezuela: Kerry y su despiste

Venezuela: Kerry y su despiste
Fecha de publicación: 
20 Abril 2013
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Un importante portavoz de Washington no ocultó su resentimiento y enojo luego de fracasar el plan desestabilizador que montaron de cara a las elecciones del 14 de abril, ganadas por Nicolás Maduro.

Este jueves el secretario de Estado, John Kerry, dijo espera que Maduro acceda a una auditoria que le brinde seguridad a la comunidad internacional.

Habló en el transcurso de una reunión del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, escenario que aprovechó para insistir en la necesidad de un recuento de votos.

Kerry declaró en otra audiencia legislativa que Obama tomaría una decisión sobre reconocer, o no, la victoria de Maduro, pero después evadió adelantar algo nuevo.

Antes, el mandatario venezolano contestó a Kerry mediante una pregunta: “¿qué tiene que hablar usted de Venezuela si ya bastantes problemas económicos, sociales y políticos agobian al pueblo de Estados Unidos. ¡Saque usted sus ojos de Venezuela, John Kerry! ¡Fuera de aquí! ¡Ya basta de intervencionismo!

Curioso que el canciller de Washington se atreva a cuestionar la limpieza de los comicios en Venezuela cuando en su país, trece años atrás, se produjo el más grande fraude electoral que recuerde la historia moderna.

En la Florida se decidía llegar a la presidencia, y para asegurar entonces el triunfo del candidato presidencial republicano, George W. Bush, frente al demócrata Albert Gore, el gobernador floridano, Jeb Bush, no tuvo a menos  actuar como un hombre del hampa.

Fueron tantas y graves las irregularidades, que un periodista británico de la BBC y del periódico The Guardian, Greg Palast, escribió un libro, The best democracy Money can buy, (la mejor democracia que se puede comprar con dinero).

La obra causó tal impacto recién salidos del año 2 000 que The New York Times no dudó en calificarla como un best seller desde que la presentaron en marzo de 2003.

Adentrarse en su lectura es hacerlo en algo muy parecido a una novela de horror donde, entre otras anomalías, muchas listas de electores fueron adulteradas y a miles de integrantes de la comunidad negra, demócratas en su mayoría, les impidieron votar.

Una de las revelaciones que arrojó la investigación de Palast fue que dos años antes de las elecciones del 2 000 “sembraron” en la Florida a una 7 000 personas procedentes de Tejas a quienes concedieron el derecho a votar.

No por casualidad procedían de Tejas, estado al que George W. Bush fue llevado cuando solo tenía dos años de edad y donde su padre se inició como empresario petrolero.

El escándalo internacional que produjeron aquellas elecciones llegó a tal magnitud que The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal, la cadena televisiva CNN y la agencia noticiosa AP, suscribieron un comunicado en el que solicitaron revisar unas 180 000 boletas usadas en 67 condados de la Florida.

Sin embargo, la jefatura del Partido Republicano desaprobó la idea con el curioso argumento de que su resultado podía minar la autoridad del nuevo Presidente.

Debido a ese nutrido inventario de antecedentes, el prestigioso cineasta y escritor Michael Moore catalogó a W. Bush como “un intruso en la oficina oval” de la Casa Blanca.

Interesante que ahora desde allí se auto faculten para ordenar a un país independiente y soberano, como Venezuela, lo que debe hacer si aspira a ese tipo de bendición de su sistema electoral.

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